sábado, 15 de septiembre de 2018



Siempre a la espera de la eterna Misericordia de Dios. Mármol frío y a pesar de todo
Cálido por la Esperanza en Jesús Salvador y Resucitado de entre los muertos.
Lágrimas que jamás se pierden, nunca dejan de descender en el sendero del rostro,
pues son recogidas por La Virgen María, Señora de los Dolores junto a la Cruz de Jesús.
Hermoso Sepulcro en el Monasterio de la Santísima Trinidad de la Ciudad de Martos.
En traje de gala adornado con dulces encajes y bordados, aguarda el amanecer de la vida,
con el intenso deseo que la muerte no puede vencer, pues nace del espíritu inmortal.
Sobre los pliegues del vestido, una mano reposa y sus bellos dedos duermen hasta que
la misma mano de Dios la acaricie despacio y la despierte del sueño.
Acuérdate Madre dolorosa, al pie de la Cruz, recuerda a todos los difuntos, a todas las personas
que han muerto en la Fe, en la Misericordia de Dios, conduce sus almas al Reino Perpetuo,
a la Casa de la Santísima Trinidad.
Martos. Ciudad encendida en la noche oscura que jamás deja de alumbrar.

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