jueves, 24 de agosto de 2017

La Puerta del Inframundo en Roma. En la Colonia Augusta Gemella. Martos.
Como cada 24 de agosto quedaba el sendero abierto. El sendero entre el mundo
de los vivos y el de los difuntos. Ofrendas, plegarias y recuerdos volaban en el aire.
Un paso estaba abierto entre los dos mundos para la comunicación, la relación
y las peticiones de un lado y otro de la realidad.
Pero en la historia nada es por casualidad, todo tiene un cimiento poderoso.
La puerta abierta del Inframundo también daba paso a seres malignos, deseosos
de crear dolor a los vivos en esta tierra. El Inframundo romano era muy complejo.
Albergaba a los difuntos, a dioses protectores y también a entidades solitarias
y terribles. Y como nada es por casualidad, el cristianismo se apoyó en las tradiciones
romanas desde el principio para ser atractivo a las gentes, a las personas.
De esta forma aparece San Bartolomé Apóstol como guardián de la entrada
del Inframundo a nuestra realidad humana. Cierra la puerta a los demonios
que permanecen a la espera de cruzar el umbral abierto el 24 de Agosto.
El Apóstol solo permite la relación entre los Difuntos y las personas de buena
voluntad. Encomendarse al Santo Apóstol es asegurarse la paz y el sosiego
y no temer la puerta abierta del Inframundo.

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