lunes, 21 de agosto de 2017

Cuando los dioses en sus caminos celestes creaban el miedo
en los seres humanos. Cuando la Luna y el Sol danzaban, miraban
a la Tierra en conjunción, unidos en la visión del cielo.
Entonces la luz de la estrella portentosa y adorada desde la más remota
antigüedad se oscurece para coronar a la Luna con diadema sublime.
Es el momento de despertar temblores en el corazón, es el instante
para hacer nacer prodigios en la vida de mujeres, hombres y seres vivos
de la tierra. Es la danza de la creación en la bóveda celeste, una danza
que pone cimientos de naciones, reinos e imperios e igualmente inicia
el final de otros poderosos cimientos antiguos.
Son pensamientos muy lejanos en la historia pero a veces podemos pensar
que esas sensaciones del pasado de la humanidad, viajan en el tiempo,
nos acompañan a pesar de todo, llegan hasta nuestro mundo, a nuestra
realidad personal. Las sensaciones y pensamientos regresan gota a gota
o de forma intensa a nuestra mente. Miramos al cielo para pensar, sentir
y vivir como nuestros antepasados en este mundo.



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