martes, 28 de agosto de 2018



Entre grandes borlas y abrigado por un manto, descansas en Santo Lugar.
Mármol para la eternidad, para esperar la resurrección. Manos de mármol
que reposan sobre telas de mármol. Y un rostro que duerme hecho de mármol
sobre gran almohada de ricos brocados también de mármol.
Detalles de un hermoso sepulcro en el Monasterio de la Santísima Trinidad en Martos.
Duerme sereno, tranquilo, con la seguridad de un despertar eterno, con el sosiego
de un abrazo en el Reino del Salvador. La Paz del Ser se refleja en el frio mármol
hasta hacerlo cálido, caliente como un cuerpo dormido durante la noche.
Mirar, contemplar es como ver un sueño, donde las manos se dejan caer dulces
sobre el pecho, vivas aunque formando parte del sueño reparador que lleva
a la nueva vida.
En la Ciudad de Martos, en el Santo Templo de la Trinidad, un sepulcro que permanece,
resiste el tiempo y está a nuestro lado a la espera del sonido de la trompeta
que resucite a los difuntos de su lugar de descanso. Y puede que en Martos, el sonido
de la trompeta, suene de forma especial desde las alturas de la Roca Encantada.
Yo deseo descansar en la Ciudad de Martos, reposar, aguardar la resurrección
junto a la Roca Encantada. Un deseo que dejo en manos de los ángeles.
Ojalá escuchen mis oraciones y plegarias.

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