viernes, 24 de agosto de 2018



Cipreses en el Calvario, junto a la Ermita de San Bartolomé. Martos.
Y Aldaba en la puerta del templo marteño del apóstol.
Un espacio para la imaginación y el sueño, un camino adorado, genial,
lleno de encanto pues se adormece cada tarde en el cálido seno de la Roca Encantada.
Martos jamás descansa, siempre está al lado de la belleza, apostando por la belleza.
La Roca Encantada guarda en su interior el alma, el espíritu de Martos. Espíritu
antiguo, venerable, acariciado por los siglos, amado intensamente por la historia.
Cuando paseas por Martos percibes, despacio, muy despacio, como se derrama
la ciudad entera en tus manos y nunca se agota, espera y te espera a pesar de todo.
aguarda tu mirada con ilusión. Martos se convierte en ilusión en tus manos.

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