lunes, 20 de agosto de 2018


Empedrada y con intenso olor a Pan. es como la recuerdo. Calle Horno.
oficialmente Calle Corral del Concejo. El Horno estaba junto a la Carrera,
senda emblemática de Martos. Y detrás del mostrador me acuerdo de una Señora
de cabello canoso, que estaba vendiendo el buen pan marteño de cantos, tan rico
para hacer el generoso hoyo con aceite de oliva y la sopa en el centro, empapada
en la esencia maravillosa.
Subiendo po la calle, desde la Carrera. poco a poco aparecen los escalones en la
parte más alta y muy cerca la Casa de mi infancia, hasta los nueve años. Una casa
pequeña pero con un patio precioso que sobre todo guardo en mi mente, en verano,
cuando mi hermana y yo nos dabamos un baño en barreños alargados acariciados
por el Sol. Y después, más adelante recuerdo a mi Padre con los pequeños melones,
realizando verdaderas obras de arte en la labor preciosa de los Faroles para alumbrar
las tardes y noches de Otoño.
Frente a mi casa, un poco más arriba el taller del zapatero que también dejaba su aroma
en la calle. No nací en esta calle pero es la senda que reposa en mi corazón, pues
fue la calle que disfrutaban mis ojos de niño. Cuando los mulos regresaban cargados
de verdes espigas y se celebraba con ilusión infantil la Santa Cruz, a principios
de Mayo. Cuando niñas y niños esperabamos a las cabras en su regreso cada tarde
de primavera y verano. Toda una aventura salir a la Carrera a verlas venir. Toda
una aventura dentro de un pequeño universo, una dimensión creada para los niños.
Recuerdos de una tarde de verano en la Roca Encantada.

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