lunes, 27 de agosto de 2018


Desde la Fortaleza de la Villa. Desde la Torre del Homenaje. Martos.
Miradas al Templo de Santa María de la Villa, elevado sobre la Ciudad de Martos
y siempre bajo la protección del Castillo, de la Fortaleza Baja marteña.
Es la Casa, el Hogar de una bellísima Doncella de cabellos dorados.
Doncella que resplandece envuelta en la luz de las estrellas, noche y día.
Es Remediadora y Labradora de los campos de la Roca Encantada. Es Remediadora,
pues cuida de nosotros cada instante de la vida.
Su Manto desciende de las murallas, torres y fortificaciones, desciende entre destellos
hasta el llano, hasta la campiña tuccitana. Es la Doncella de la Villa que entre luz,
apareció en los cimientos de un pilar de su venerado Templo.  Esperaba serena en el
interior de una caja, resguardada en el seno de la tierra, de la piedra de la fortaleza.
Contemplo los dulces rizos de tu pelo radiante y engarzo mis dedos en ellos, los
acaricio hasta llevarlos a mi corazón.

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