miércoles, 6 de septiembre de 2017

Cuando viene a mi mente la Buena Noticia de Jesús, siempre me acuerdo
de Francisco de Asís. Una persona sincera, admirable y discípulo de Jesús.
Frente a una Iglesia, siempre en su cúspide, corrompida, inventada desde
el siglo IV con tradiciones muy antiguas y populares para ser foco de atracción.
Francisco cree en el Evangelio de Jesús en oposoción a los obispos que durante
siglos solo esperaban el oro y la plata. Es la corrosión de la riqueza y la opresión
de los pobres, los necesitados, mujeres y hombres que son amenazados con
el infierno eterno. No saben leer ni escribir y la iglesia misericordiosa se
aprovecha de forma cruel de ellos. Escribo y pienso en el querido Papa Francisco,
siempre pide rezar por él. Lleva sobre sus hombros un peso enorme, muy pesado.
el peso de siglos de explotación de los pobres, el peso del engaño de las personas
de bien, el peso de cobrar a costa de la fe del pueblo. Admirable el Papa Francisco
que se opone a esta situación y vive de forma sencilla. Admirables las personas
que se entregan a los demás en todo el mundo, a pesar del ejemplo de una jerarquía
antigua que bendicen con el Evangelio pero no viven entregados al Evangelio de Jesús.
Creo que por eso escogió el Papa el nombre de Francisco. Es un símbolo de paz
pero también de esfuerzo en contra de una realidad que tiene poco o nada que ver
con Jesús. Ojalá Dios no deje de su mano al Papa Francisco y le de fuerza y energía
por muchos años.

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