martes, 20 de marzo de 2018

Un joven dios llega al mundo romano, ya conocido anteriormente pero
con las campañas en oriente del Emperador Trajano Augusto, recibe un fuerte impulso
sobre todo en el el occidente del imperio. Un joven dios bajo la protección del Sol,
que hace la competencia al carpintero de Galilea. Las Legiones de Roma empiezan
a escoger este culto lleno de misterio. Mitra fue adorado por los pastores como
lo hicieron con Jesús niño pero entre los dos cultos hay diferencias a tener en cuenta.
El culto a Mitra no rechazaba otros cultos y mucho menos el culto al emperador
como símbolo de la permanencia de Roma. Mientras el culto cristiano rechazaba
el culto al emperador y a los antiguos dioses de Roma. A la vez el cristianismo
lo tuvo muy claro desde el principio. El dios de los judios era odiado hasta lo más
profundo en el imperio y necesitaban otro dios joven y renovado. Ese dios fue Jesús.
Elevado a la dignidad divina con la fórmula de poder de la Santísima Trinidad.
Otro aspecto para meditar es que el culto a Mitra se concentró demasiado en
los soldados y no creó una red con la intención de alcanzar el poder. En cambio,
el cristianismo desde el gobierno de Nerón y sus mártires romanos, empezó
a desarrollar esta misma red por todo el mundo romano, más fácil en el occidente
del imperio que en oriente, más culto.
El culto a Mitra quedó un tanto sepultado en las cuevas y santuarios, cercanos
a las ciudades, mientra el cristianismo penetró en la esencia urbana en plenitud.
Era una Fe Urbana por excelencia, alejada del campo y del mundo rural que
era fiel a la antigua religión o a los dioses como Mitra que eran cimientos
del poder imperial. Con el paso del tiempo, llegó la gran crisis del siglo III,
y mientras el culto a Mitra ocultaba sus misterios y solo los mostraba
a los iniciados, el culto cristiano creaba una nueva red de dependencia, una red
de clientelismo apoyado en la fortuna de los nobles romanos atraídos a la Fe.
Tenemos dos redes potenciales, la ciudad y los necesitados frente a los dioses
tradicionales. De esta forma, cuando el ejército necesitó un pilar, volvió sus ojos,
a pesar de la falta de fe al cristianismo. Sobrevivir era lo más importante, cuando
el imperio no daba respuestas, el cristianismo estaba dando una respuesta estable
y de permanencia, por supuesto antes se exigía la renuncia a toda creencia pagana
para otorgar el poder.
Roma concentra una experincia magistral, fundamental para entender no solo
el pasado, también el presente, pues en ella descansó el poder durante siglos
para después entregarlo, para continuar en la historia.

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