lunes, 12 de marzo de 2018

"Fatum". Destino. Lo que está escrito. Para muchas personas es difícil
de aceptar esta idea que viene de muy lejos en el tiempo. Es parte
de nuestra historia desde tiempo inmemorial. Nace con cada uno de nostros
y compone la esencia más profunda, pues vive en su interior y se cumple
gota a gota, cada instante de nuestra vida. Fatum, el destino llega después
de reposar en manos de los dioses, o de un dios único, la providencia
es la misma y nos rodea en su totalidad sin dejar un rincón sin conocer
de la realidad y el sentido de ser y existir. Hace muchos años que pienso
que el Cielo, por decir algo, no siente, desea o piensa como nosotros,
que vivimos en esta tierra. Su Decisión sobre nuestra vida, está tomada
pero el mismo destino, pone un velo intenso delante de nuestras intenciones.
Desliza ese velo profundo delante de los ojos, los ojos del interior que son
los verdaderos y auténticos. Durante siglos, el Ser humano escogió divinizar
al destino, con una pretensión clara desde el principio, intentar modificarlo
con plegarias y ofrendas cunado era oscuro, desfavorable. Pero esto no sirvió
pues Fatum, no escucha oraciones ni aprecia ofrendas.
Solo se abre un camino posible, la aceptación del destino día a día, sentir
el momento, el instante tal y como sea en plenitud. Y es que Fatum,
lo tiene claro, nuestras vidas tienen una razón, un sendero, una explicación,
estamos vivos por algo que se nos oculta, se esconde y no podemos percibir
en muchas ocasiones su sentido o su dirección.
La Buena Noticia de Jesús, también penetra en la esencia de Fatum. Y lo hace
con intensidad.
"¿No se venden cinco gorriones por cuatro cuartos?  Y, sin embargo, ni uno solo
de ellos está olvidado por Dios.  Es más, hasta los pelos de vuestra cabeza
están contados. No tengáis miedo:  valéis más que todos los gorriones juntos".
-Lucas 12, 6-7.


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