miércoles, 21 de marzo de 2018



Sobre dos leones que abren sus fauces a las aguas remediadoras, un águila
levanta el vuelo con su mirada puesta en la salida del Sol. Sostiene en sus garras
el Escudo de una Monarquía inmensa, pero sus aguas de antaño fluyen sin fuente,
se dispersan en la tierra y en muchas ocasiones afloran en el acerado, junto al Templo
de San Francisco en Martos. Las aguas buscan su fuente con deseo pero no la encuentran,
pues reposa lejos de su espacio urbano. Llega la Semana Santa y el frontal de la tribuna
recuerda a la fuente de los sueños, a la fuente nueva de Martos. Pero la monumental
fuente está apartada, alejada. Y siempre el deseo del agua es una fuente, mucho más
si la fuente, a pesar de ser tan maltratada continua siendo maravillosa, hermosa,
radiante en su rincón que hace temblar a nuestros antepasados.
Ojalá se haga un día Justicia con un monumento ejemplar, excepcional y ojalá
que aprendamos a pedir Perdón a las nobles piedras de la Fuente Nueva de Martos.


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