lunes, 23 de octubre de 2017


La Roca Encantada entre el cielo y la tierra. Martos y su Fortaleza de la Villa.
Murallas y sobre ellas la torre del Homenaje, bajo su mirada el sagrado Templo
de Santa María de la Villa, guardián de Nuestra Señora. La venerable Roca nunca
duerme, jamás se aleja de nuestra vida, es una realidad que miramos, sentimos
a cualquier hora del día y de la noche. Y la Roca contempla los sentimientos de todas
las personas, también de tantas personas que descansan en su regazo, pues la muerte
no nos separa de su maternal protección. El Seno de la Roca Encantada es inmenso,
hogar de antiguas emociones, sensaciones, oraciones, ruegos y peticiones. Reposar
en las entrañas de la Roca es percibir el palpitar de un Corazón Perpetuo. Nadie queda
triste y en soledad en tu seno, nadie permanece desolado en tus entrañas, nadie es
olvidado en tu interior portentoso. A pesar de la muerte, la tierra siempre es leve,
acogedora y entrañable junto a los destellos de vida de la Roca Encantada.




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