domingo, 22 de octubre de 2017


A la Piedad Augusta.Virtud excelsa en el mundo romano. En íntima relación
con el culto al divinizado Augusto. Zócalo de epigrafía latina en la antigua Cárcel
y Cabildo de Martos. En Otoño me gusta volver a leer obras que han dejado una
profunda huella en mi. En estos días de Octubre he regresado a los tiempos
de Augusto y su extensa familia, a pesar de no haber tenido hijos en su largo
matrimonio con Livia. Me ha invitado el genial Robert Graves en las páginas
de su Obra Maestra, "Yo, Claudio". He vuelto a penetrar en la mente y en el corazón
de Augusto, a partir del pensamiento inteligente, abierto y lúcido de Tiberio Claudio.
El venerado Augusto y después adorado como un Dios protector de Roma y su
inmenso Imperio, se muestra frágil, débil, sobrepasado por las circustancias y en
verdad muy solo. El excelso Fundador de la Colonia Augusta Gemella, nuestro
Martos, está en manos de su esposa Livia, poderosa desde la oscuridad de su mente
calculadora, minuciosa y verdadera esencia del poder.
He escogido un pequeño párrafo del libro, que ha llamado mi atención.
"Entregó a Livia su anillo de sello, para que pudiese escribir cartas al Senado
bajo su autoridad, recomendando el destierro. ( El sello, por cierto, era la gran
esmeralda tallada  con la cabeza, coronada por el casco, de Alejandro Magno,
de cuya tumba había sido robada junto con una espada, un peto y otros adminículos
personales del héroe. Livia insistía en que lo usara, a pesar de sus escrúpulos - se daba
cuenta de lo presuntuoso del caso -, hasta que una noche Augusto tuvo un sueño
en el cual Alejandro, ceñudo y colérico, le corto con la espada el dedo en el cual llevaba
el anillo. Entonces hizo que el famoso joyero Dioscórides le hiciese un sello propio
con un rubí de la India, que todos sus sucesores han usado como símbolo
de la soberanía,)"
-Robert Graves. "Yo, Claudio".

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