lunes, 22 de octubre de 2018


Una historia de luz y de tinieblas. Tradición piadosa que conocemos desde la infancia.
Recuerdo con cariño cuando mi Abuela me contaba con profunda emoción en sus palabras,
la belleza incomparable del Arcángel Luzbel en el Cielo, siempre en presencia de Dios.
Reflejaba de forma maravillosa el resplandor, la luz de Dios Misericordioso y era
Príncipe Celestial por voluntad y deseo del Creador del Universo.
Pero su belleza se desbordó del cauce de Dios y deseó ser como el mismo Señor de Todo.
Entonces se enfrentó acompañado de otros ángeles sumisos que siguieron la senda de esa luz que poco a poco empezaba a desvanecerse por deseo de Dios.
El Arcángel San Miguel, con los ángeles fieles a Dios derrotó a Luzbel y lo arrojó al abismo
de las tinieblas junto a sus ángeles. Su luz se apagó para la eternidad en la oscuridad
de la ausencia eterna de Dios, fuente de toda luz. Aquella hermosa luz pasó a ser Satanás,
Satán, principe de los demonios en el terrible abismo del infierno.
Imagen de San Miguel Arcángel, Principe Celestial, Victorioso en la dura batalla
frente al mal, siempre con la espada flameante por el fuego de Dios. Ermita de San Miguel
en la Ciudad de Martos.

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