jueves, 11 de enero de 2018

El Mundo Romano, la tierra y el cielo, rebosante del valioso don de la profecía.
La preciosa gracia del oráculo y la adivinación. Como en cualquier ciudad de
este mundo mágico, la Colonia Augusta Gemella participaba de esta unión,
de este lazo vital entre la vida real de cada día, para muchos muy dura
y el deseado consuelo que podía otorgar consultar las palabras de un oráculo,
de una persona con facultades de adivinación, o escuchar una profecía sobre
sobre un asunto de su interés.
Una celebración curiosa era la dedicada a la diosa Carmenta, durante el mes de Enero.
Roma no fue una excepción en el mundo antiguo, pues su idea esencial de lo femenino
se apoyaba sobre la realidad de la mujer y su capacidad de Dar a Luz nueva vida.
De esta forma el parto estaba asociado también a la venerada diosa Carmenta,
como protectora de este proceso natural y tan básico, fundamental para el desarrollo
de toda civilización. Po eso la adivinación, la profecía........ crecían sobre la tierra
fértil que representaba la mujer. Destacar que la mortalidad femenina era muy elevada
durante el embarazo pero sobre todo en el parto, punto crucial donde surge con poder
la imagen, la persona de la comadrona. Necesarias y muy importantes, formadas en
la experiencia, desempeñaban un papel sobresaliente en el nacimiento y en la asistencia
posterior a las mujeres. Su gran labor las convertía en personas se puede decir especiales
a la vista de los demás. Tanto que se podía pensar que tenían el don de ver el futuro,
de adivinar o de profetizar. 
Pienso en la Colonia Augusta Gemella, una pequeña ciudad del imperio romano,
la diosa Carmenta y su fiesta, Carmentalia, en el frío mes de Enero. Y al final
está la Mujer como el carruaje sobre el que viaja la sociedad entera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario