domingo, 17 de julio de 2016



Desde la Fuente de la Villa y subiendo por una senda de precioso nombre.
Calle Agua, llegamos poco a poco a un espacio empedrado y elevado
sobre el núcleo urbano de Martos, bajo la atenta mirada de la Roca Encantada.
Contemplamos desde esta atalaya, el hermoso Templo de San Amador y Santa Ana
que emerge entre las sendas y el caserío de la Ciudad Tuccitana.
Vemos las dos Fortalezas de Martos, alta y baja, ambas en conjunción.
Hasta la Torre del Templo de Santa Marta surge má lejana del conjunto cercano
que se presenta delante de nosotros.
Es Martos en Esencia. Es Martos que se hace Perfume dulce, entrañable
y de profundo aroma a Siglos, a Tiempo siempre poderoso.

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