jueves, 22 de junio de 2017


Los Ángeles nos acompañan día y noche. Nos protegen día y noche.
Y siempre nos llevan de la mano hasta el último día. Conocen mejor
que nosotros, nuestras debilidades, nuestros errores, los deseos más
ocultos del corazón. Somos Libros Abiertos para ellos, pues Dios
los ha puesto en su inmensa Sabiduría como testigos y protectores
de nuestra vida en esta tierra. Pensar en los Ángeles con amor es bueno.
Mensajeros, servidores de Dios y Resplandores capaces de vencer y derrotar
a las tinieblas, la oscuridad de este mundo.
Desde muy pequeño, desde niño me gusta rezar, pedir, sentir cercanos
a los dulces ángeles de Dios. Creo que nunca, jamás nos sueltan de su mano.
En la imagen un bellísimo Ángel Pensativo en el Cementerio de Martos.
De nuevo recuerdo a mi Abuela que me enseñó, siendo niño, el relato
de los Arcángeles de Dios y también el destino de Luzbel, el más hermoso
resplandor, derrotado por su deseo de ser más hermoso, más grande que
el mismo Dios Altísimo.



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