jueves, 29 de junio de 2017

La Iglesia Católica, es decir universal. No cesa de pedir a Dios por las vocaciones.
Vocaciones a ser sacerdotes de Jesús. Pero a la vez cierra las puertas a la mujer.
A la mujer como sacerdote de Cristo. Es incomprensible, pues se centra en la idea
central que Jesús escogió a doce varones para ser la base de la Iglesia.
De nuevo incomprensible pues los seguidores de Jesús eran tanto varones como
mujeres. Además de tener en cuenta la terrible situación de la mujer en Israel en
aquellos días. Una Sociedad cerrada y machista que no da oportunidad a la mujer.
Solo hay que leer un poco, solo un poco la Palabra de Dios para descubrir
la injusticia constante con las mujeres en Israel.
Pero el pasado es historia pero sobre todo pasado. Si pedimos vocaciones
al sacerdocio, creo que la mujer espera. Y tiene todo el derecho, en mi opinión,
de ser sacerdote de la Buena Noticia de Jesús. La condición de hombre o mujer
no debe, no puede ser un problema o impedimento, pues creo que Dios nos ve
como personas, con un pequeño trozo de su Espíritu Inmortal e Inmenso
en nuestro interior. En justicia, no podemos pedir vocaciones a Dios para
ser sacerdotes y a la vez cerrar las puertas a las mujer para desarrollar
su posible vocación. Es muy triste y me parece que las mujeres son sacerdotes
maravillosos, pues están muy cerca de Dios.
Si hay personas deseosas de servir a Cristo desde su interior, que importancia
tiene que sean hombres o mujeres, son parte de la Iglesia de Cristo y desean
servir a los demás con fuerza e intensidad.
Aceptar a las personas, pues llegan como servidores. Abrir las puertas
a las personas, pues llegan como mensajeros. Dejar pasar a las personas
que buscan dar a conocer el Reino de Dios. La Mujer aguarda en las puertas.



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