lunes, 14 de noviembre de 2016


Érase una vez una magnífica Senda en la Ciudad de Martos.
Calle Real de San Fernando. Radiante de Vida. Repleta de Gentes de un lado para otro.
Una Senda Diversa, comercial, financiera y espacio de encuentro y conversación.
Calle de nobles y venerados cortejos, sobre todo religiosos, en Martos que agrupaban
en sus balcones y ventanas a una gran cantidad de personas, deseosas de contemplar
el paso solemne y oler el incienso derramado a borbotones en el aire.
Senda Real tan bonita y tan olvidada, pues en nuestros días apareces desierta a nuestros ojos.
Solo coches para acceder a la Plaza de la Constitución, derramando en este caso su humo.
Y por supuesto los cortejos de antaño se disuelven en la prisa por subir lo antes posible sin más.

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