martes, 29 de diciembre de 2015

La Luz que ha nacido, el resplandor que ha surgido, aún es débil.
Todavía es frágil y no es capaz de romper el terrible muro oscuro.
Pero guarda en su interior una inmensa fuerza que crece y crece
día a día. Su movimiento es absoluto y marcado desde su nacimiento
pues su destino es arrasar las tinieblas que descienden hasta la raíz
del espíritu de la persona.
La Luz que ha nacido guarda en su interior deseo, emoción, sorpresa
y sensibilidad. Es Luz delicada entre zarzas oscuras que envuelven su brillo.
Se deja acariciar y necesita el amor para continuar en la bóveda interior
de cada Ser. Si nos detenemos y la buscamos despacio, aumenta su pasión
y desprende aromas intensos que no cesan de regalar esperanza.
La Luz que ha nacido no desea sacrificios ni ofrendas vacías, huecas
y alejadas de la comprensión, pues la verdad es su cimiento y pilar
y hasta su poder reposa en ella. Luz amada y deseada que ha nacido.

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