domingo, 8 de abril de 2018



Domingo de la Divina Misericordia. Segundo Domingo de Pascua.
Una lectura breve pero intensa, palabras que salen del corazón y fueron
una realidad plena, fuerte y segura. De la Igualdad, del profundo respeto mutuo
bajo la providencia de la Misericordia de Dios, se pasó a dar desde el poder humano,
que pienso está muy alejado del mensaje de este precioso texto.
"En el grupo de los creyentes, todos pensaban y sentían lo mismo:
lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenían.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor.
Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad,
pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían
a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno."
-Hechos de los Apóstoles 4, 32-35.
Martos, desde hace siglos, ruega a Dios y pide la gracia de la Divina Misericordia
que nace en el interior de cada persona, asciende para volar en el aire y unir más
y más fuerte a todos, como el antiguo caserío marteño permanece entrelazado.

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