miércoles, 18 de abril de 2018



A pesar que han pasado casi 30 años, siempre que asciendo o desciendo por el Albollón
de Martos, recuerdo las puertas de esta gran Casa, abiertas y en el Altar a Jesús
Sacramentado entre flores y dulces aromas. El Templo era un remanso de Paz, la luz
de las velas y el silencio, llamaban para atravesar el umbral y adorar a Jesús entre
el olor profundo del incienso que lo llenaba todo en honor del Cordero de Dios,
Pan del Cielo, de ángeles rodeado. Hogar de las Madres Clarisas durante décadas
en la Ciudad de Martos. Después su ausencia de la Roca Encantada que tanto
las amaba desde su llegada en el Siglo XVI. Pero Martos, a pesar de todo, guarda
una semilla preciosa para Dios y la Orden de Santa Clara de Asís. La Madre Abadesa
del Monasterio de la Santa Cruz de Martos, Madre Isabel de San Rafael entregó
su vida por Cristo y espera el despertar eterno en la Capilla de los Mártires del Templo
de Santa María de la Villa en la Ciudad de Martos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario