miércoles, 15 de febrero de 2017


Un Resplandor brilla en el cimiento pétreo de la Foraleza Baja de Martos.
El antiguo Templo de Santa María se asentaba de tal manera y forma en el basamento
de la Fortaleza de la Villa que formaban unidad perfecta. Creaban juntos una realidad
inseparable y única. Sus fuertes pilares entraban profundos en este cimiento poderoso.
Por ello y por piadosa tradición se dejo marca y señal perpetua en uno de esos pilares
monumentales. El primero de la izquierda, conforme se entraba al Templo, además
era el más cercano a la bellísima Capilla de Nuestra Señora del Rosario.
Escribo estas palabras y recuerdo con mucho cariño a Don José Castilla, amante profundo
de Nuestra Señora desde su más tierna infancia, pues fue monaguillo del Templo Parroquial.
Me encantaba escuchar sus palabras y no me cansaba nunca de sentir sus emociones.
Enseñaba y enseñaba y yo escuchaba despacio y pensaba en el pasado que no vuelve.

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