lunes, 5 de noviembre de 2018

Una Mirada extraordinaria a la Roca Encantada, a la Peña de Martos.
Despacio los pasos se deslizan más y más cerca de Tucci, bajo una bóveda
cubierta de nubes que adorna y embellece el sendero. Y las aguas del cielo descienden
suavemente sobre el caminante que no descansa, que no se detiene, avanza con los ojos
puestos en el horizonte, en la Roca y Peña. La atracción es inmensa con un intenso deseo
de llegar a Tucci, la ciudad de los milenios que en su profundo silencio de siglos, nos llama
a lo lejos para recoger nuestra emoción. Podemos escoger entre los dioses y el Dios único,
podemos elegir entre sensaciones y pensamientos diversos, todo es real en Martos, todo
es posible en la belleza del camino. Martos nos espera, nos aguarda, es el baluarte de Viriato,
la Colonia Augusta Gemella, la Ciudad Episcopal de Tucci. Es Martus y también Martos.
El vínculo excelso es la Roca, ella nos une a la almas que vuelan en esta tierra, es el poder
de la unión con los antepasados que jamás duermen a los pies de la Peña de Martos.

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