sábado, 3 de noviembre de 2018



Año 1729. Siendo Felipe V, Rey Soberano de estos Reinos se levantó esta noble portada
del Convento de San Francisco de Asís en la antigua Villa de Martos. En su tiempo establecida
en bajo, al pie de una escalinata en descenso, después se levantó sobre otra escalinata
en ascenso. Su arco es inmenso y su belleza todavía más. Durante mi infancia era la puerta
a lo desconocido, a un mundo oculto que se manifestaba lleno de misterios por la imaginación
de un niño curioso, como todos los niños y niñas del mundo. Siempre está junto a mi,
a mi lado, despierta mi admiración por ser una superviviente a pesar del desastre de principios
de los años 70 del siglo pasado, cuando el templo fue arrasado. Una triste desgracia para
Martos como tantas ha soportado esta insigne ciudad. Pero la portada resiste, permanece,
de forma milagrosa con heridas en su fábrica pero muy viva. Es símbolo de todo
el patrimonio de Martos, con tantas heridas sangrantes a lo largo del tiempo. Es la puerta
de los sueños de un niño que imaginaba espíritus y ángeles tras las puertas de un noble
templo derribado y siempre en mi recuerdo el deseo de un niño, el deseo de salvar un templo
tan hermoso y venerable.

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