domingo, 4 de noviembre de 2018


Puede ser una Leona que reposa junto a sus cachorros. Puede ser una Esfinge mítica,
llena de misterio y poder divino. Puede ser una fortísima Ciudadela elevada, con muros
lavantados por antiguos dioses. Todas las manifestaciones son posibles, gracias
al encantamiento de la Roca, Peña de Martos. La Roca, en verdad, tiene mil rostros
y muchos más, pues cada persona que la contempla despacio, puede ver un rostro
diferente, una manifestación plural apoyada en el interior de cada realidad personal.
Yo la miro desde la infancia, desde niño y siempre se ha mostrado con humildad,
a pesar de su belleza y elevación. A la vez, en los días tristes, surge como pilar
y columna de la Fe, de la Esperanza. Todas las mañanas la miro, la busco para alcanzar
la energía que depierta el alma para encontrar el camino adecuado.
Por supuesto, la ilusión es necesaria, la emoción es urgente y sobre todo restaurar
el corazón infantil, verdadero motor del hermoso encantamiento.

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