Vislumbrar el futuro en la Colonia Augusta Gemella. Percibir el porvenir
en la Ciudad de la Roca Encantada. Podemos viajar en el tiempo y estar
en el foro de la antigua Colonia Romana. Junto a lo templos elevados
en este espacio urbano privilegiado, se situaban personas que adivinaban
el futuro de los ciudadanos que visitaban los lugares sagrados. Te miraban
a los ojos y su poderosa intuición sacaba a la luz la necesidad de las gentes
por conocer su futuro, su deseo de saber los acontecimientos de una vida
tan difícil, tan complicada. Entraban al templo dedicado al culto imperial,
y por supuesto a los dioses protectores de Roma, Júpiter, Juno y Minerva.
Realizaban su ofrenda y después al salir se dejaban unas monedas para
descubrir aquello que les esperaba en los días venideros.
Al ponerse el Sol. en las mansiones de las familias poderosas de la ciudad,
en los banquetes nocturnos, se invitaba a magos, astrólogos y personas
con fama en el don divino de adivinar el futuro. Las bolsas se abrían para
pagar los servicios de adivinación tan necesarios para vivir una vida
que a pesar del poder y la riqueza era efímera, pues la enfermedad y la muerte
llegaban muy pronto, a veces demasiado pronto.
También los templos ofrecían a los fieles el deseo de los dioses y su porvenir,
siempre pagando un precio necesario para su mantenimiento y esplendor.
Con el paso del tiempo, de los siglos, los templos situados a las afueras
de la ciudad, cobraron más importancia, pues la urbe perdió su papel
central en la vida para descansar en las grandes villas rurales.
En estos pequeños templos se refugiaba la magia, antaño urbana,
de los astrólogos y adivinadores. En tiempos duros, era una necesidad
desvelar el día de mañana.
Con la victoria del cristianismo y a pesar de su condena absoluta
de estas tradiciones o manifestaciones, todo permaneció igual
y hasta los que se reconocían como cristianos continuaron con esa necesidad
de conocer su futuro. Todos deseaban saber el secreto para permanecer
en este mundo. Los templos se renovaron y se dedicaron al Dios cristiano,
al carpintero de Galilea, a sus santos y mártires pero las gentes continuaron
deseando, esperando, aguardando quitar el velo del futuro. La Resurrección
después de la muerte no fue sufuciente, pues su deseo era una vida mejor
en esta tierra.
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