Manos de mármol que reposan encantadas. Monasterio de la Santísima Trinidad. Martos.
Manos que surgen de preciosos encajes y se adornan con hermosas borlas del Siglo XIX.
Manos ahora un tanto frías, que fueron antaño cálidas y tiernas. Manos de mármol
que descansan a la espera de regresar, de volver a sentir el tacto ardiente de la vida.
En el silencio del sepulcro aguardan el despertar en Martos.
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