Y los nidos de las golondrinas fueron derribados.
Parece imposible pero es verdad. A veces sueño con la gran bola que todo
lo arrasa. Miradas de un niño en la destrucción de un Templo Venerable.
Y los nidos de golondrinas cayeron de golpe a la tierra cuando la gran bola
golpeó los muros de San Francisco en Martos. No lo puedo olvidar, es una
experiencia terrible ver como se derrumba un edificio que ha formado parte
de tu vida. Desmantelada la Fuente Monumental y la insigne portada del siglo
XVIII, era la hora de la muerte de un Templo tan querido por todas y todas.
De niño pasaba todos los días por San Francisco, siempre cerrado y abandonado,
estaba un buen rato mirando su portada, los nidos de golondrinas y después
tocaba con mis manos imfantiles el agua del Pilar de la Fuente Nueva.
Para mi era un espacio lleno de fantasmas del pasado. Fantasmas buenos
que volaban en en el interior de esos muros de puertas siempre cerradas.
Mi deseo más intenso era entrar, pasar el umbral de las antiguas puertas
de madera para ver el interior que solo fantasmas disfrutaban a pesar
de mis deseos. En mi recuerdo la reja de hierro y las escalinata en descenso
que daba acceso a las puertas de este lugar de sueños, pensamientos e ilusión.
Solo las golondrinas conversaban con esos espíritus de antaño que habitaban
en San Francisco. Y yo, por más que miraba un día y otro, jamás escuchaba
nada, todo era silencio a excepción de los meses de invierno, cuando el viento
y la lluvia dejaban oir sus sonidos temblorosos, helados, cuando las puertas
temblaban de frío.
Hasta que un día nefasto una gran bola derribó todo el escenario de mis sueños
infantiles. Arrasó con la magia que guardaban los muros del querido Templo
de San Francisco en Martos.
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