La Puerta del Inframundo en Roma. En la Colonia Augusta Gemella. Martos.
Como cada 24 de agosto quedaba el sendero abierto. El sendero entre el mundo
de los vivos y el de los difuntos. Ofrendas, plegarias y recuerdos volaban en el aire.
Un paso estaba abierto entre los dos mundos para la comunicación, la relación
y las peticiones de un lado y otro de la realidad.
Pero en la historia nada es por casualidad, todo tiene un cimiento poderoso.
La puerta abierta del Inframundo también daba paso a seres malignos, deseosos
de crear dolor a los vivos en esta tierra. El Inframundo romano era muy complejo.
Albergaba a los difuntos, a dioses protectores y también a entidades solitarias
y terribles. Y como nada es por casualidad, el cristianismo se apoyó en las tradiciones
romanas desde el principio para ser atractivo a las gentes, a las personas.
De esta forma aparece San Bartolomé Apóstol como guardián de la entrada
del Inframundo a nuestra realidad humana. Cierra la puerta a los demonios
que permanecen a la espera de cruzar el umbral abierto el 24 de Agosto.
El Apóstol solo permite la relación entre los Difuntos y las personas de buena
voluntad. Encomendarse al Santo Apóstol es asegurarse la paz y el sosiego
y no temer la puerta abierta del Inframundo.
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