En la calle Campiña de Martos.
Una Casa reformada y conservada con cariño. Una agradable sorpresa
ha sido ver sus puertas tan bonitas. Se pueden hacer bien las cosas, solo hace falta
un poco de paciencia, interés y dedicación. Por último un toque de sensibilidad
que siempre viene bien. Salvar una Casa del desastre es una noble labor que con el paso
del tiempo, siempre ofrece alegría y plenitud a las personas.
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