Continuando nuestro paseo por la Ciudad de Martos. Aparece, un poco triste, esta casa
de tono rojizo por su hermoso ladrillo. Grandes ventanales cerrados que ayudan a la sorpresa,
al encantamiento que persiste a pesar de la luz del Sol. Su belleza es relajada, tranquila,
sosegada, a la espera de ser descubierta por una mirada también reposada.
A la espera de ser contemplada con deseo, cariño y admiración. El destello de la belleza
a veces se adormece y solo un beso puede despertar el resplandor que permanece
en el interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario